jueves, 1 de agosto de 2013

El Alzheimer y las muestras de amor.

Casi voy a entrada por año en este blog, quizá porque me sigue costando asimilar los cambios o más bién porque cada vez resulta más doloroso reconocerlos. Hoy, al releer las pocas entradas que contiene, me he dado cuenta de que había olvidado algunos matices, algunas historias, así que he decidido ponerme las pilas y seguir utilizando el blog como diario de abordo por mucho que me cueste. Quizá sea la única manera de mantener vivos algunos momentos memorables.
La enfermedad avanza a su ritmo. Comenzó el Otoño pasado con un poco de irritabilidad que fué a más y que hacía muy dificil la convivencia en casa, dado que mi madre ya tiene bastante con su estado de salud precario (lleva un marcapasos y tiene una actividad física más que limitada por la enfermedad cardíaca). Su neuróloga solucionó el problemilla con un medicamento que le tranquiliza sin atontarle, lo cual es de agradecer.
 Durante el Invierno hemos notado como la enfermedad va tomando posiciones, los despistes comenzaron a ser más serios porque ocurrian en la calle y poco a poco mi madre se ha visto obligada a acompañarlo, lo que la lleva a hacer un grandísimo esfuerzo físico. El problema llega cuando papá quiere salir a pasear solo, la única baza que puede jugar la pobre mujer es la de la manipulación afectiva: "-Pepe, no puedes irte porque me encuentro mal...". Entonces él encuentra la justificación para "tener" que quedarse en casa (en el fondo sabe que se pierde) y se siente total y absolutamente realizado: "Yo me iría a pasear, pero no puedo dejarla sóla..." . Es lo bueno de mi padre, que se amolda a cada nueva situación si le das tiempo a crear su propia justificación.
El Año Nuevo trajo malas noticias en forma de enfermedad incurable para el hermano de mi madre, pero lo que nadie imaginaba es que quién nos dejaría primero sería mi tia Dora, su mujer. El mazazo fué importante, mi padre puede "aparcar" en su mente la enfermedad de un ser querido, pero no su ausencia. Tendriais que ver con que ternura le acaricia la cara cuando lo vé y con que diligencia intenta que tenga todo lo que necesite en  cada momento. Su obsesión ahora es llevarlo con él a su casa para poder cuidarle "-Isabel, nos podemos traer a tu hermano, aquí a casa, con nosotros. Así le cuidamos...". Él que necesita cuidados constantes quiere cuidar a otro, supongo que no hay mayor muestra de amor.