viernes, 21 de septiembre de 2012

Día Mundial del Alzheimer

Que triste resulta tener que celebrar un día como éste, sobre todo sabiendo todo lo que nos queda por delante. Un día como hoy sólo sería llevadero con la noticia de que se ha encontrado la cura para ésta cruel enfermedad, aunque me anima pensar que sigue habiendo investigadores de todo el mundo que se dejan la piel en un laboratorio, que no tiran la toalla...pero aún así ¡qué duro es ver el deterioro de un ser querido!.
Conste que yo soy de las afortunadas, que papá está muy bién para lo que tiene que venir, pero no puedo dejar de preguntarme cuanto tiempo de lucidez le queda. Ahora que los síntomas comienzan a ser más evidentes, ahora que empezamos a sentir miedo cuando sale solo a la calle, es ahora cuando de verdad necesitamos plantear la manera de hacer frente a lo que nos viene encima y no encuentro la forma.
El problema de las familias con enfermos de alzheimer se complica cuando el supuesto cuidador está enfermo y los hijos trabajan, porque te encuentras en mitad del océano a la deriva y sin ninguna ayuda. Si a la situación personal le añades que no hay presupuesto para la ley de dependencia y que, en caso de que se destinara una partida presupuestaria para tal fín, mi padre tiene una pensión de jubilación "alta" (o lo que es lo mismo, que le da para subsistir sin ayuda de la familia), te das cuenta de que además de a la deriva te han colocado unos zapatos de cemento. Es la pescadilla que se muerde la cola: no te doy ayuda porque ganas mucho, pero no puedo pagarla porque no gano lo suficiente...no puedo cuidar de ellos porque trabajo, pero mis ingresos no permiten que contrate a un cuidador...y así hasta el infinito.
Pero de los problemas que están por venir nos iremos ocupando según lleguen, hoy por hoy doy gracias de lo que tengo y de que el alzheimer de papá sea "cariñoso".
¡Qué bién!, ahora que he dejado en ésta página todos los pensamientos negativos del día, parece que ya no siento el peso del universo sobre mis hombros. La situación es la misma, pero ahora puedo centrarme en lo que de verdad importa, así que esta tarde visitaré a mi papá para que me de mil besos y abrazos que guardaré para cuando no sepa quién soy. Y será entonces cuando yo se los devuelva, uno a uno, despacito para que los saboree. El día en que mi padre no sepa quién soy será el día en el que yo recuerde por los dos lo mucho que me quiso y aunque sienta toda la pena del mundo, se que en algún momento tendré que sonrreir, porque buenos recuerdos es lo que nos dejará como herencia y os aseguro que todos seremos inmensamente ricos.